Paradoja de la omnipotencia

En la reunión del 16-4-11 de la Biblioteca Octogonal jamás hubiéramos sospechado que la paradoja de la omnipotencia ya citada por Leo en este blog, pudiera tenernos tanto tiempo hablando largo y tendido.

¿Un dios omnipotente seria capaz de crear una roca tan grande que ni el mismo pudiera cargarla?

Entre otros, los caminos de la discusión pasaron por:

-La propia definición de omnipotencia contiene su contradicción.
Si un ser puede abarcarlo todo, también podría abarcar la posibilidad de concebir un ser mas poderoso que él, ya que si esto no fuera posible, la limitación lo define como no omnisciente, al tener la capacidad de crear otro ser mas poderoso la regresión al infinito es inevitable, los dioses podrían cada uno ir creando un dios mas poderoso que el anterior.

Recordamos a Russell quien se sube a la discusión con su famosa paradoja

¿Existe un conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos?

Por el flanco diametralmente opuesto tenemos:

-La perfección no puede ser comprendida por un ser imperfecto.
Fue inevitable citar a Pseudo Dionisio de Areopagita y su pensamiento de que aunque podamos predicar de Dios, el mismo trasciende toda significación.
Lo que explicaría la noción de que dios es verbo, en el sentido de que sería puro ser sin ser ente, es decir todos los entes son contenidos en su ser.

Obra Dionisio el Areopagita convirtiendo a los filósofos paganos deAntoine Caron (1570)

Los pensamiento atribuídos a este obispo luego se demostraron pertenecía a un autor anónimo bizantino, de allí el nombre Pseudo Dionisio, vivió entre los siglos V y VI d. C

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El último tópico al que se puede desembocar a partir de esta discusión lleva a una problemática completamente diferente.

¿Cuales son las implicancias políticas de concebir o un ser trascendente, o bien un mundo que definido contiene su propia contradicción?

Ya que las dos formas de pensamiento construyen de manera totalmente antagónicas la noción del otro y por tanto las bases por las cuales se comprendería la forma de alcanzar el consenso y el bienestar común.

Tema agudo e intrincado, por lo pronto disfrutamos de jugar con nuestra razón que es la única con la que contamos para valernos ante la vida de todos los días y que tantas satisfacciones nos dá al abrevar de ella.